Al leer esta reflexión, me doy cuenta de lo afortunados que somos al sentirnos iluminados en nuestro día a día por esa luz que nos llega «de un maravilloso e irrepetible SOL: nuestra madre y abuela, un Ser de Oro». Su energía interior sigue y sigue regenerándose de su espíritu joven y vitalista a pesar de ,cómo ella escribe, su edad avanzada. Ayer,mi hija Lucía ,con lágrimas en los ojos, me decía desbordada de amor :»mamá es que es mi ABUELA CON MAYÚSCULAS».
El estar a su lado nos da fuerza y claridad para mirar hacia delante y caminar con firmeza y seguridad, sin nubes….Familia C.30
10 de octubre de 2004.
Me gustaría que, pese a mi edad avanzada, pudiera seguir siendo luz para quienes caminan a mi vera. Ser como ese cielo del atardecer que se queda por unos instantes con el sol entre las ramas, sin sostenerse apenas, pero llenando el paisaje.
Creo que hay dos tipos de personas mayores: los viejos que quieren mantenerse en su juventud y los viejos que piensan que, al haber cumplido ya tantos años, están prácticamente muertos:
Quienes se consideran aún jóvenes poseen «una energía interior» que no se consume. Su espíritu continúa igual que cuando miraban al cielo creyéndose capaces de volar con su imaginación millas y millas en busca de tierras maravillosas.
Los otros, los “nublados”, los tristes, que añoran no se sabe qué, viven arrastrando no sólo los pies sino toda su vida y poco a poco van amargando a las personas que viven a su lado. Son como esas figuras de cera que en los museos han quedado fijas y estáticas sin tener nada que dar a nadie, expuestas para ser contempladas inmóviles por toda una eternidad.
Cuando miro al sol iluminando toda la tierra, pienso lo feliz que se sentirá al ponerse en el horizonte, después de haber dado hasta su último rayo cuando muere el día.C04
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