¿Se te está haciendo tarde?

12 de septiembre de 2022.

Leyendo una reflexión de nuestra abuela Conchita de hace ya 27 años me ha llevado a escribir estas líneas.

¿Acaso te cuesta ponerte en marcha y sueles decirte: «dentro de dos o tres días «comenzaré» a hacer tal cosa» y luego no lo llevas acabo, a pesar que esa novedad te proporcionará un cambio beneficioso en tu acomodada rutina que te está impidiendo avanzar o tal vez te esté repercutiendo en tu salud y bienestar?

Para reemplazar viejos hábitos, el procedimiento me recuerda al que se hace en los campos: éstos han de ser primeramente segados, crear nuevos surcos y esparcir en ellos las nuevas semillas. Y todo esto depende del que decide esa renovación.

Renovarse, actualizarse es buscar ese bienestar perdido y tan necesario para continuar viviendo, es buscar nutrirse de una manera equilibrada y consciente. Es elegir esas semillas para que nuestra cosecha sea de la mayor calidad posible.    

Cuando regresamos después del verano solemos iniciar una nueva etapa, recargados, con buenos propósitos y promesas a cumplir.

Ahora, es nuestro momento, no malgastemos nuestros recursos energéticos pues habiéndonos convertido con la educación ambiental recibida, en unos expertos en esto del ahorro energético doméstico, cómo nos vamos a permitir en no hacernos expertos del ahorro de energía de nuestros cuerpos y nuestras mentes. «Paremos y vigilemos día a día nuestros niveles de consumo»( Familia C.30)

15 de octubre de 1995.

¿Has sembrado ya tu semilla? Si no lo has hecho, date prisa, porque va siendo tarde. Ha pasado el tiempo de las espigas, ha pasado el tiempo de las mieses. Dentro de poco empezará a soplar el viento frío que todo lo paraliza y que también a nosotros nos alborota y nos vuelve un poco locos.

¿Has iniciado tu trabajo? ¿Aún no has planeado tus estudios? ¿A estas alturas no te has ocupado aún de tu fe? ¿Cómo esperas llenar tus graneros sin haber llevado a cabo la sementera al debido tiempo? No vaya a ocurrirte lo de aquel que no paraba de quejarse ante Dios: «¿Cómo es que en este mundo sólo triunfan los malos? ¿Cómo es que ellos disfrutan de todo, dinero, fama y hasta buena suerte? ¿No podrías darme de alguna forma el número que habré de jugar para que me toque la lotería?»

Y escuchó una voz que le decía: «Tienes razón. Toda la razón. Haré que te toque el primer premio para que puedas igualarte con los que gozan de fama y buena suerte. Pero, ¿no podrías, al menos, encargarte de comprar tú el décimo para que me a mí resulte más fácil?»

Sé que no deja de ser un chiste más o menos sabido, más o menos malo. Pero nos recuerda que, para que nos toque la lotería, es necesario moverse, sembrar. Aunque nos parezca que el mundo anda un poco loco, que el tiempo no logra acordarse de la estación del año, hagámoslo antes de que soplen de nuevo los vientos que lo dejarán todo yerto y patas arriba. (C.95)

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