Esta reflexión nos ha llevado a pensar ,como padres, cual es nuestro propósito en la relación que nos une con nuestros hijos. Ser padres es contribuir a ese milagro de la creación de dar vida. Esas criaturas, nos pertenecen y ese sentimiento de pertenencia quizás a veces nos confunde y nos hace que no les sintamos libres para dejarlos por sí solos realizar su propia misión cómo seres únicos y completos que son. Amarles es sinónimo de esa libertad, es entregarles confiadamente el «testigo» y permitirles que lleguen al final de su carrera con su antorcha encendida » siendo dueños de su propio destino y capitanes de su alma». Familia C.30
06 de febrero de 2005.
Dentro de cada persona existe una llama que ha llegado a nosotros como una antorcha olímpica, de mano en mano, a través de incontables generaciones. Con ella recibimos el impulso para entregarla más cálida y brillante de lo que llegó a nosotros. Nadie puede imitar nuestro toque personal, nadie puede reproducir los rasgos de nuestra caligrafía. Pero la aportación de nuestro cuerpo y nuestra mente se irán al garete, si no les damos buen uso.
Cada uno de nosotros es el mayor milagro de la creación. Ni los animales ni las plantas ni el viento ni la lluvia ni las rocas ni los lagos tuvieron el mismo comienzo que nosotros, porque fuimos concebidos con amor y vinimos al mundo con un propósito.
Esfuérzate por responder al reto de tu vida. Piensa que eres el milagro más grande que la naturaleza ha creado y que tan gran dignidad la compartes con los demás seres humanos, aun siendo cada uno de nosotros bien diferente de los demás. Eres una criatura única, a la que se le confía una gran misión, llegar al final de la carrera con la antorcha encendida, hasta el pebetero.C05
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