El claustro y la calle

Siempre me he preguntado por qué en el mismo mundo hay  unas vidas que escogen «el silencio» como fiel amante compañero y otras vidas buscan «el bullicio» para sentirse acompañadas. Tal vez puede parecer extraño el decir que quiero tanto a uno como a otro pues ambos me permiten avanzar en el conocimiento de mi persona ya sea en la relación conmigo misma como en la relación con los demás. Está en mí en elegir uno u otro.¿Cómo? Estando muy atenta para descubrir qué necesito. «Del claustro a la calle y de la calle al claustro». Familia C.30

27 de enero de 2002.

Nada más pacífico que el portalón de convento, sobre todo de un convento de monjas. Al entrar, es como si traspasáramos la frontera de otra vida y entráramos en otra luz, como cuando cruzamos el dintel de una casa clara, situada en un valle lejano, lejos de todo y de todos, porque todo queda allá oculto tras los montes. La puerta entre el convento y el mundo parece completamente hermética. Hasta el tirador de la campanilla cuelga como un cordón mudo, porque no se sabe ni siquiera dónde suena la esquila. O quizás no suena. Es como una «esquila mística» que fuera a resonar en las nubes.

Generalmente tardan en abrir. Y la figura religiosa que al final se muestra sonriente ante nosotros, mientras rompe la fascinante soledad del zaguán, parece venir no se sabe de dónde. Allí lo importante es esa soledad del portalón de entrada con el frío suelo de granito y unos bancos alicatados con azulejos al pie de las paredes.

Ante esa figura que ha venido a abrirnos, nos sentimos arrinconados y suspensos. Pues refleja la sencillez y lo tenue que es la vida en el claustro. Y entonces sentimos ganas de llorar viendo la calle viva, llena de ajetreado bullicio, como si, a través del marco poderoso de la puerta, estuviéramos contemplando la proyección de una película.

El portalón del convento nos impresiona hasta el punto de influir en nuestro modo de enfocar la vida. Es un lugar en el que fácilmente se inicia una meditación sensata. Y quedamos siempre con ganas de volver para aspirar de nuevo aquella paz y aquella rara soledad.C02

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