Cuando me siento triste, con el ánimo ,como se suele decir por los suelos, he descubierto que recordando experiencias en las que estaba llena de gozo ,ternura y alegría me doy una oportunidad de revivirlas y mi estado recibe un aire fresco que hace que en mi surja de repente una insospechada sonrisa. Esto me pasa cuando miro esta imagen de estos «dos bondadosos y sonrientes rostros de dos seres tan queridos por mí «; mi corazón se alegra y se contagia de su paz y su felicidad desapareciendo al instante «la telaraña de la tristeza», como nos dice nuestra madre y abuela en la reflexión de hoy. Familia C.30
09 de diciembre de 2001.
Sentimos dentro de nosotros algo así como una rueda que gira constantemente llevándonos de la alegría al abatimiento. Es como si lleváramos dentro algo parecido a un regulador de ritmos alternos como el de los cambios de estación en la naturaleza, que escasamente alcanzo a comprender. Sube la marea y baja la marea. Pasa el invierno y, sin casi darnos cuenta, llega el verano. Y luego de pronto, tras el otoño, vuelven los fríos.
Me gustaría conocer el porqué de los cambios de estados de ánimo de mis amigos y de las personas con las que me encuentro. Creía que con una actitud positiva hacia los demás podría obtener ese clima de alegre confianza que se refleja en los ojos de quien miran sin reservas.He comprobado que no es fácil conseguir de todos algo tan esperado como es «una sonrisa». Desde luego que no cabe esperarla si solamente se ofrece una mirada llena de oscuridad o de pesimismo. Ahora bien, si les entrego una mirada llena de entusiasmo, los otros verán estimulado su gozo. Y, al corresponder, se verá duplicado mi afán de crear entusiasmo.
Hoy he tropezado con alguien que llevaba en el rostro la mueca del desengaño y de la infelicidad. Hubiera querido conversar, hacerme partícipe de su tristeza y a pesar de ese sentimiento convencerle de que aunque sea por unos momentos todos los corazones pueden intentar alejar «las telarañas de la amargura y de la desilusión» C.01
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