Llegar a la meta

07 de enero de 2001.

Hoy he visto pasar una bandada de cigüeñas crotorando hacia quien sabe dónde. Tras el grueso de la bandada volaba una cigüeñita pequeña que a duras penas lograba seguir el vuelo de las demás. Quizá sobrevolarían nuestras casas asomándose a las chimeneas para observar cómo es nuestra vida en familia.

Estas aves representan para mí el orden y la constancia, virtudes inseparables de quien mantiene tensa su voluntad y fija su mirada más allá de las dificultades diarias que a veces se presentan como invencibles. Miran fijo a lo lejos sin variar de continuo su meta y perseveran en su camino sin ceder a la engañosa ilusión de que las cosas se consiguen solas. Ésta es su gran lección.

Ya el refrán dice «que piedras que ruedan nunca llegan a crear moho». Día a día volar sin tregua y no dejar que el musgo se instale en nuestras ideas. Día a día poner en juego la constancia. Aclarar lo que queremos querer y quererlo con clara motivación. Cuando falta esa claridad, cuando los propósitos andan dispersos, es casi imposible perseverar hacia la meta. Con un propósito firme, hasta los fallos, que sin duda se darán, serán compensados por la satisfacción de sentirnos dueños de nuestro destino.

Quizá esa gran bandada de cigüeñas que hoy he visto pasar crotorando por nuestro cielo lleven «la paz a todas las naciones del mundo que perseveran en su empeño por alcanzarla».C01

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