01 de diciembre de 1996.
Vigilad… Hay una especie de agua en la cual nos movemos durante toda nuestra vida. Nos va desgastando poco a poco. Cuando abandonamos esa cápsula en cuyo interior nos desenvolvemos sin esfuerzo, se evapora nuestra vida. En esa burbuja llena de esa agua especial que llamamos vida, soltamos la memoria, cambiamos de temperamento, amamos, odiamos, recordamos, envejecemos, mientras, a través de sus ventanales, contemplamos el paisaje cambiante: a veces cubierto de escarcha, a veces amaneciendo, otras veces disolviendo el verdor de vida fresca en manchas borrosas, apenas reconocibles.
Por dentro sufrimos el vaivén de la marejada que animan nuestros cambios de carácter. Temblamos de amor y de frío, sobre todo cuando dejamos de querer sin saber por qué, como si el trance feliz hubiera escapado de nosotros y ya sólo quedaran palabras, gestos. ¿Quién sabe si andamos buscando lo que en otro tiempo fuimos y que ahora se niega a venir a la cita? Quizá se extravió en alguna parte o alguien nos lo robó.
No hemos sabido velar. Y el tiempo del amor pasó fugazmente por nuestra puerta. Probablemente no volverá a pasar más y no lo podremos alcanzar.
No revuelvas nervioso el equipaje. Estate atento y vigila. «No sabéis cuándo es el momento» C.96
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