El “regalito” de Pérez

2 de Junio 2020.

Aunque fue el 20 de Noviembre del pasado año cuando celebramos el día Universal del Niño, ese día tan especial dedicado a la infancia, a nuestros niños, hoy deseo volverlo a celebrar porque en estos últimos meses han sido un ejemplo para toda la sociedad de respetuosa solidaridad.

Estamos viviendo algo nuevo e insólito para nosotros, padres, profesores, maestros. Días enteros reunidos en familia conviviendo con nuestros niños, con nuestros hijos, sin apenas salir de nuestras casas, apartados de sus colegios, de sus institutos, actividades extraescolares, no quedando con sus amigos para jugar a su deporte favorito, montar en bici, en patinete, correr, saltar, bailar, cantar.

Es la naturaleza la que nos ha obligado a parar el tiempo que casi gobernaba nuestras vidas y nos ha permitido dedicarnos en cuerpo y alma a vivir intensamente con ellos y de una manera totalmente desconocida : Los profes, apareciendo en sus ordenadores o tabletas y explicando las materias virtualmente siendo coordinados también por sus padres, que a la vez creaban horarios para una nueva organización que aparentemente resultaba difícil de explicarles. Y digo, aparentemente, porque los niños y las niñas nos han dado una lección de aceptación, de flexibilidad, de responsabilidad, de entender que » un bicho muy malo» estaba trayendo una enfermedad brutal capaz de causar una revolución en los hospitales, en las residencias de nuestros mayores, en nuestras familias, en todo el mundo. Comprendieron que #quedarse en casa, era su manera de colaborar y aportar con su gran grano de arena a pesar de sus pocos años.

Me han emocionado y es tal mi admiración que quiero agradecer a todos y cada uno de «nuestros adorables y valientes peques», acordándome especialmente de los niños que durante su infancia no reciben ni tan siquiera los cuidados básicos de salud, de ternura, amor, ni crecen en la ilusión de esperar la visita de esos seres fantásticos como el entrañable personaje «Ratoncito Perez» con sus anheladas sorpresas a cambio de sus «dientecitos».

Dedico la reflexión de mi abuela, por un lado a «nuestros grandes bajitos «, por otro, a todas las personas que dejan su piel para que tengan un futuro lleno de sonrisas y de amor infinito y sobre todo a mi abuela porque me ha enseñado que cuide siempre a mi corazón de niña. Familia C.30

 

1 de noviembre de 1998.

Lucía estaba allí ante mí, riéndose con sus bellos dientes de leche. Menos uno, que llevaba en su mano. Con su carita de inocencia, me contó que, por la noche, iba a poner el diente debajo de la almohada, para que EL Ratoncito Pérez le trajera un regalo.

No hay nada que enternezca tanto como la ilusión de los niños por cosas que a los adultos ya nos parecen infantiles extra­vagancias. Quizá alguien opine que hay que des­engañarlos de muchos mitos creados por los adultos. Pero, ¡es tan delicioso mirarles a los ojos y vernos a nosotros mis­mos dentro de ellos! Digo vernos dentro de los ojos de un niño, porque recordamos que también nosotros vivimos en esa edad en la que con cualquier cosa éramos felices. No es justo romper prematuramente ese encanto.

A Lucía le cogí su dientecito y se lo envolví en papel de pla­ta, asegurándole que si lo ponía debajo de la almohada, a la mañana siguiente iba a tener una sorpresa feliz. Cuando nos vimos de nuevo, le pregunté si había encontrado algún regalo y me contestó que ¡Sí!

Si hay algo bonito en este pícaro mundo es la cara de un niño, de una niña ilusionada.¿Cómo osaría desengañar a mi querida niña? Dentro de poco se le caerá otro «dientecito» y espero que PÉREZ, el ratón, vuelva a hacer sonreír a Lucía mostrándome los otros bellos dientes de leche que aún le quedan. C.98

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: