Perseverar

14 de Mayo 2020

Leyendo las reflexiones de nuestra abuela me he encontrado con este título «Perseverar» del 2006.  El efecto que ha producido en mí es cómo si al estar conduciendo me apareciera de repente una señal de»STOP». Y es cuando me he dado cuenta del binomio tan perfecto que forman «Parar y Perseverar»: Una combinación de dos elementos  dependientes el uno del otro cuyo equilibrio es tan requerido en nuestras sociedades, ante lo que estamos viviendo los seres humanos en el mundo entero.

De repente y sin previo aviso nos encontramos con la amenaza externa de un microorganismo el nuevo coronavirus SARS-CoV-2  que al entrar en las células de nuestro cuerpo, produce vertiginosamente la enfermedad conocida como COVID. Multitud de países con las fronteras cerradas y millones de ciudadanos confinados en sus casas, se han convertido en el foco de este ser minúsculo.

¿ Por qué está siendo tan exigente con nosotros, hombres y mujeres que nos hemos concedido el título honorífico de dueños y propietarios de la tierra, del mar y del aire…? ¿Qué quiere de nosotros? ¿Para qué ha llegado, nos ha maltratado y maniatado?

De momento nos ha traído el instaurar en nuestra vida hábitos olvidados e imprescindibles para esa transformación.

«Perseverar» es mantenerse firme y constante en una manera de ser o de obrar, en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión. «Parar» es detener e impedir el movimiento o acción de alguien. Prevenir o preparar. Poner a alguien en estado diferente del que tenía. Contemplar y observar la vida ampliando la visión de nuestra realidad, con flexibilidad para la adaptación y aceptación necesarias.

Quizás encontremos claridad con la puesta en marcha individual y colectiva de estos dos componentes siendo motores indispensables para seguir avanzando e innovando hacia un futuro incierto y a la vez muy próximo en pro de nuestra salud y bienestar terriblemente dañados. Familia C.30

 

12 de Noviembre 2006

Cuando me toca esperar dentro del coche, me distraigo observando a la gente que pasa por la calle. En una ocasión, mi curiosidad se dirigió hacia un matrimonio mayor, parado delante de  la puerta de un gran caserón, no lograba que les abrieran. Miraban hacia arriba y hacia los lados sin obtener éxito, pero la puerta no tenía trazas de abrirse. Al cabo de un rato llegó un hombre uniformado y por una puertecita pequeña que había en un lado del edificio entró sin dificultad. El matrimonio, admirado por la astucia de aquel hombre, imitó su decisión y entraron ellos también perdiéndose de mi vista.

¿Quién no ha sufrido alguna vez un desánimo? Creo que uno de los pecados frecuentes es el desaliento, la tentación de tirar por la borda nuestra esperanza cuando, al primer intento,  no conseguimos lo que buscábamos, pensando que no hay nada que hacer, que nada se puede lograr. Quien se resigna ante el fracaso y deja de luchar, está condenado a dejar su vida a medias. No es la inteligencia lo que más escasea, sino la constancia. Hay quien teniendo dotes para triunfar falla, sin embargo, en lo más decisivo: la perseverancia, el tesón. La indolencia vuelve ineficaz hasta la inteligencia más brillante.

Pasar la página cuando un texto se nos hace tedioso es correr el riesgo de perder la clave y el meollo del tema. Las principales puntadas que ha de dar quien quiere triunfar son: constancia, tesón, tenacidad y perseverancia .C.06

 

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