Evocación

 

Ayer, domingo 8 de Marzo, celebrábamos el día Internacional de la Mujer, una fecha de conmemoración que ha alcanzado una dimensión universal al representar la lucha femenina por los derechos de la mujer y la igualdad de oportunidades.

He querido unirme a esta conmemoración eligiendo una reflexión que mi abuela escribió en un Diciembre de hace 14 años con el nombre de «Evocación» y que es un homenaje a una de las mujeres escritoras españolas que dejaron huella en la literatura universal en el siglo XIX: Rosalía de Castro nacida en 1837 en Santiago de Compostela.

Fue una mujer adelantada a su época. En sus escritos reflejaba una preocupación constante por la condición humana. Escribir era una exclusividad de los hombres por lo que ser mujer y hacerlo en gallego fue un desafío todavía mayor. Su valentía en los temas elegidos, la sitúan como una de las poetas y narradoras de la historia más concienciada con los abusos que la mujer de su tiempo sufría. Uno de los textos en el que Rosalía plasma una valiente reivindicación de la condición femenina es el prólogo de La hija del mar ,citando predecesoras destacadas tanto del mundo de las artes como de la política que protestaron contra la idea de que la mujer sólo sirve para las labores domésticas.

Tenemos una deuda con ella por todo su coraje y fuerza contenido en su poesía y su prosa, reconociéndola como una de las precursoras de la poesía moderna:»Alma que vas huyendo de ti misma, ¿qué buscas, insensata, en las demás?». Familia C.30

 

10 de diciembre de 2006

Esta tarde, desde mi ventana, he visto cómo los rígidos pliegues de la lluvia empapaban el jardín, ablandando la tierra y, a la vez, mis sentimientos. Así me explico que quienes viven en un clima lluvioso tengan una propensión natural hacia la morriña o la saudade.

Los escritos de Rosalía de Castro rezuman el sentimiento de un alma que suspira, que ama en silencio, a la espera de un amanecer que no existe y nunca llegará. ¿Qué tiene el alma que es capaz de vivir siempre soñando?

La lluvia cae desconsolada sobre unas huellas que poco a poco va borrando. Se ha ido Noviembre dejándonos los parques sembrados de oro. Y aquí está Diciembre obligándonos a tener ojos y alma de niño para vivir la Navidad. Y manos de niño para agarrar la luna con las manos y pedirle mil regalos. Es bonito pensar que podemos alcanzar la luna. En principio, es como un suave pensamiento.

Más tarde, cuando se rompe en dos el día luminoso y la mañana va dando rodeos hacia los montes, todo cambiará de color. Los cedros suavizarán su verdor y los lirios blancos enrojecerán.

Vivimos caminando de un Diciembre a otro Diciembre siguiendo un itinerario que nos impide ceder a la monotonía que somos.

¿A dónde fueron los suaves pensamientos? C.06

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