15 de Enero de 2020.
Cuando comenzamos un año, son muchos los propósitos que deseamos y con la ilusión de estrenar algo nuevo nos damos ánimos y nos ponemos con mucho empeño para poderlos conseguir.
Una de las primeras cosas que más me motiva es buscar una agenda con una bella portada , de un tamaño fácil de manejar y de esas en las que cada una de sus páginas corresponde a un día con el fin de tener suficiente espacio para anotar las tareas, actividades, ideas ,visitas con las que me planifico y organizo para avanzar en las metas que me permitirán la realización de mis anhelados proyectos.
Ya han pasado 15 días y he de deciros que me siento muy contenta pues al menos estoy cumpliendo con mis anotaciones diarias que me sirven para que sienta al final de cada jornada una sensación placentera de estar cumpliendo con mi compromiso.
Y además , siguiendo las sugerencias de mi abuela ,estoy escribiendo «esas pequeñas cosas, gestos y detalles» que a lo largo del día me van ocurriendo para poder saborearlos y recordarlos en todo tiempo, en todo instante. ¡Cuánto me llenan de gozo y de satisfacción! Familia C.30
12 de diciembre de 2004.
Quienes han amado y siguen disfrutando de amor, saben que lo mejor de su pequeña o grande historia de amor son las pequeñas cosas que creemos intrascendentes, que pasan inadvertidas para quienes no saben entender: una sonrisa apenas esbozada; el tono de voz con que una tarde se dijeron las palabras de siempre; el apretón de manos…
Son cosas fundamentalísimas, que la mayoría acaba por dejar de lado, como si fueran de segundo orden sin llegar a constituir el auténtico jugo o sabor de la vida.
Quien posea el don de “saborear” estos detalles, nunca se sentirá solo, porque la soledad no es casi nunca falta de compañía. El verdadero amor, el que se ha ido construyendo con pequeños detalles de amor diario, como la casa se construye ladrillo a ladrillo, es una casa bien asentada y nunca estará desierta.
Bastará el recuerdo de una sonrisa, de una mano que durante un segundo apretó nuestro brazo, para llenarnos de un estallido de felicidad. Quizá estos pequeños gestos podrían llamarse también “dulces obligaciones”. Y sería buena idea irlos apuntando en una agenda especial para saborearlos en todo tiempo, como quien saborea un caramelo después de un mal trago, al acabar un día. C.04
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