Pinocho y su conciencia

 Estamos vivos porque nos emocionamos. Y somos seres humanos porque sentimos. Si buscara un sinónimo para la vida humana sería » un surtido de emociones sentidas». La emoción surge de la escucha de nuestro cuerpo de una sensación que de repente, en un instante aparece incontrolable hasta que la razón, el pensamiento, entra en acción y nos lleva a ponerle un nombre, una imagen, una textura, un color,un sabor hasta un olor. Quizás  agradable o tal vez desagradable. En cualquier caso, nos avisa que algo pasa. ¿Y qué podemos hacer entonces? Aprender a manejar «aquello» para que seamos nosotros los que descubramos un uso consciente que nos beneficie o no nos dañe.

Llegados hasta este punto me surge la pregunta ¿Con el avance vertiginoso que está teniendo la ciencia  podremos los seres humanos crear máquinas con «inteligencia emocional» como  se nos cuestiona en la reflexión de hoy recordándonos a uno de nuestros personajes de la infancia, Pinocho? Familia C.30 

07 de octubre de 2001.

Ya otro lo imaginó y plasmó en la figura de un niño a medida, un niño robot: Pinocho. Pero la robótica ha conseguido lo que hasta ahora ni se podía soñar. A Pinocho solamente lo amaba el hombre que le puso los hilos para poderlo manejar. Los otros personajes, incluido Pepito Grillo, la voz de la conciencia, no tenían otro papel que el de animar el decorado.

Me imagino el momento de “construir” un niño de verdad, de carne y hueso, con la ayuda de la robótica. Lo que no logro imaginar es cómo se irían formando los sentimientos para que esa criatura fuera capaz de amar. ¿O es que están proyectando seres que no padezcan, no sientan, que no admitan ser acariciados con amor? No creo que existan laboratorios que produzcan pastillas compuestas de amor y placer, capaces de hacer correr por mis venas sensaciones y percepciones.

Hoy por hoy los niños, aunque sean “moqueantes”, necesitan que se les enseñe a confiar en los demás, a saborear con fruición un caramelo, a saber que serán aceptados y perdonados incluso después de alguna travesura. Por eso no admito que algún día puedan existir seres humanos puestos a conversar fríamente con su pasado como si la persona se viera dentro de su cuerpo como dentro de un saco de serrín. A los niños “moqueantes”, los que conocemos de siempre, hemos de seguir vistiéndolos con besos y mimos y dejar para otros menesteres la ciencia llamada Robótica.C01

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: