13 de septiembre de 1998.
Si quieres sostenerle la mirada a la vida, tienes que hacer lo posible por soñar. Abre los ojos y sueña, sabiendo que hay que luchar a fondo para que los sueños se hagan realidad. «Cuando sea mayor…» Lo hemos soñado todos imaginando nuestro futuro.
Las ciudades de hoy tienen un perfil vertiginoso. No hay nada ni nadie que no vaya a toda prisa. Sin embargo, no es bueno ir siempre con el turbo puesto. El trabajo del alma ha de hacerse sin prisas, si queremos dar lo mejor de nosotros mismos, gozando de la tarea que llevamos entre manos. Las imágenes que conservas de los últimos meses retienen solamente lo que es sustancial, dejando a un lado la hojarasca. Hay que vivir así, extrayendo de la vida el jugo más claro y transparente. En eso estriba la felicidad.
Sin ilusión ningún proyecto llegará a feliz término, porque la ilusión nos da energía y nos vacuna contra el peor enemigo del éxito, que es la monotonía, capaz de corroer y consumir los mejores intentos. La monotonía viene a ser peor que un fracaso o tropezón en nuestro camino. Pues el tiempo va a nuestro favor y al fin podremos utilizar positivamente los errores que nos llevan a replantear nuestros planes. La historia personal de cada uno es muy desigual y sólo a partir del proyecto central de la persona será posible dar sentido a sus hechos particulares.
La primavera disuelve la nieve de las cumbres más escarpadas. Con ilusión y perseverancia hemos de ascender hasta la cima que pronto nos dará corrientes de agua para fecundar nuestras ganas de vivir. C.98
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