Un bálsamo para la paz

Ayer, 21 de  Abril de 2019 , en un día tan especial para los cristianos » Domingo de Resurrección», el mundo volvió a ser golpeado con un atentado brutal causando una gran herida en todos nosotros. En Sri Lanka ,llamada la lágrima de la India , son muchos los heridos y las muertes ocasionadas de inocentes personas por unas mentes suicidas que creen que su Dios les pide su vida a cambio de cientos porque su fe es en otro Dios  o su cultura y su raza es muy diferente a la suya.

Un día muy triste para todos los seres que vivimos con el corazón no importándonos religión, raza, ideología sino el respeto a la vida de todos los que formamos la humanidad.

¡Ojalá tuviéramos el milagroso bálsamo del gigante Fierabrás  de la historia que nos cuenta en sus «Reflexiones», nuestra Abuela, defensora de la paz y el amor mundial! ( Foto realizada por mis padres en su visita a Venecia 2016)

 

06 de septiembre de 1998.

En los libros de caballerías figura un famoso gigante llamado Fierabrás. Tenía fama de ser perverso e ingobernable y por eso nadie se atrevía a dejarse ver por su guarida.

Fierabrás disponía de un ungüento mágico, que conservaba en un frasco de cristal opalino. Un buen día, un caminante tuvo la desgracia de precipitarse por un barranco. Cuando medio desfallecido imploraba ayuda, acudió a su lado el temido gigante. El pobre hombre se echó a temblar, pues eran muchos los comentarios que corrían acerca de su crueldad. Sin embargo, el gigante lo tomó en sus brazos, lo llevó a su cueva y cuidadosamente fue limpiando sus heridas, a las que después aplicó aquel bálsamo que él mismo había fabricado. El resultado fue sensacional. Los dolores desaparecieron y la curación fue casi in­mediata, tanto que el caminante pudo volver en seguida a su casa.

En el mundo fantástico de los caballeros andantes se soñaba con ese bálsamo milagroso capaz de curar al instante las heridas de la guerra. En todo tiempo soñamos ilusionados con algún bálsamo que cure las heridas del enfrentamiento obstinado entre las personas y los grupos. Si supiéramos aceptarnos unos a otros tal como somos, con nuestras cualidades y nuestras diferencias… Si el ideal de la paz prendiera en todos los corazones como una ilusiónSi nos dejáramos hipnotizar por un ideal de paz y armoniosa convivencia… Si venciéramos las reservas ante el enemigo, cuya capacidad de mal con frecuencia agigantamos… Si cada uno hiciera relucir lo mejor de los sentimientos que reprime en su interior... Si todos nos acercáramos un poco más, quizá daríamos con un bálsamo de Fierabrás que curaría nuestras heridas. C98

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