27 de febrero de 2000.
Ya estamos a mediados del mes de febrero, al que, por sus caprichos climáticos, apodan «el loco». En los medios rurales cantan a febrerillo «el loco», “que sacó a su madre al sol y la apedreó con granizo”.
En febrero disfrutamos de días de sol, de lluvia ,viento y nieve. Pero también días de amor. El día 14 le rezan a San Valentín todos los enamorados del mundo.
Febrero es como cualquiera de nosotros, que, como el mes, disfrutamos días de alegría y días en que giramos como veletas locas, como si de pronto perdiéramos el norte y se nos fuera el sentido a golpes de viento. Tanto al mes como a nosotros se nos cambia el humor de forma inesperada. Un día soñamos con la soledad y otro ansiamos rabiosamente la compañía.
Febrero se distingue, porque todos los meses tienen algún día más. Él se queda en veintiocho o veintinueve, quizá por eso se encuentra diverso y sueña con alguien que venga a hacerle compañía, como soñamos nosotros. Echará en falta las ruidosas sobremesas, los lentos paseos por lugares en los que, con voz queda, se habla con indiferencia de lo visto y no visto. Quién sabe si también echa de menos esos atardeceres en los que al volver a casa nos sentimos envueltos en la luz difusa, con las mejillas húmedas, apretando la mano de quien va a nuestro lado.
¡Cuántas semejanzas con el mes al que dieron en llamar loco, pero que se hace tan querido al recordarnos el más embriagador de nuestros sentimientos!C.00
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