El pasado día 11 , nuestro abuelo, nacía hace 88 años. Hemos celebrado con alegría su cumpleaños.
¡Un hombre admirable! ¡Cuánto aprendemos de él!
Nos ha enseñado a ser felices con lo que tienes, con apreciar en cada momento aquello que la vida te va trayendo , sin querer «eso» que todavía no tienes y que podría ser tuyo.
Estar junto a él ha sido y sigue siendo una enseñanza de cómo ser una persona digna , respetuosa, afectuosa que acepta lo que le viene y sigue adelante, incansable con ganas de crecer, de saber, de emocionarse, de sorprenderse con todo lo que día a día, poquito a poquito va descubriendo.
¡Qué dichosos somos de abrazar con todo nuestro cariño y admiración a este ser tan admirable, gran amante de la vida, de su mujer, de su familia, de sus amigos !
Damos gracias a Dios por tenerlo como abuelo. ¡Muchas Felicidades Abuelo!
09 de noviembre de 2003.
Una de las cosas que más admiro en una persona es esa dignidad infrecuente de quien es feliz con lo que tiene y deja de tener.
Hay una tierra toda llana, sin cuestas, junto al mar, con playas en las que alguien puso unas tablas para que sea posible llegar hasta la orilla en silla de ruedas. La silla resultaría inútil si tuviera que avanzar por entre granos de arena.
Allí está la playa, con esa agua que parece que no moja, sino que nos envuelve como si fuera el aire, azul, espesa y transparente, en la que flotas dando gracias a la vida que Dios te ha dado.
Hay un cielo que, al atardecer, se colorea con la última luz del día. Un cielo que cruzan las gaviotas sobrevolando las casas que bajan en hileras hasta la playa y emitiendo sus gritos como de niños que se lamentan sin saber por qué.
«Son las pequeñas cosas que pueden hacernos felices cuando adquirimos esa dignidad tan poco frecuente de contentarnos con la felicidad de cada momento».
Es esa dignidad de quien es feliz con lo que tiene y deja de tener la que más admiro en una persona. C 03
Reflexiones de mi Abuela 
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