03 de noviembre de 1996.
¿Por qué volvemos a visitarlos año tras año? Puede ser que nos atraiga su orden, su silencio, el tiempo detenido, su canción no cantada, ese algo que nos obliga a bajar la voz, que nos sobrecoge. Quizá sea la presencia de la muerte, esa muerte que, vista de lejos, nadie teme.
Nos asusta saber que también nosotros tendremos que dar un día ese salto al vacío. Tal vez es un pánico semejante al del paracaidista cuando se aproxima el instante decisivo del impulso hacia el espacio dudoso y vacilante tan dudoso como la misma vida.
Tenemos miedo a la agonía, a la lucha final en la que nos arrebatarán para siempre lo que hemos amado tanto.
«En este mes de Noviembre recordamos a quienes saltaron primero hacia el vacío», a todos los que duermen en ese silencio en el que es posible escuchar los pasos de Dios y verle tal cual es, cara a cara. C.96
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