Besaré la Tierra

Ayer, lunes 29 de Octubre 2018 , nos despertamos con una noticia que  heló a la familia al escucharla. Conchita , nuestra abuela ,no podía respirar bien y se sentía muy cansada. Llamamos a nuestros ángeles de la guarda , el equipo de personas que están acompañando a nuestros abuelos las 24 horas del día . Con solo pulsar el botón de la medalla que llevan colgada ,en un abrir y cerrar de ojos, se presentan en su casa con la ambulancia y con  lo más importante que es «ese alto voltaje de humanidad y cariño» que hace que todos les manifestemos nuestra gran respetuosa y afectuosa admiración. Pasó todo el día y la noche en el hospital.

Hoy, mi abuela, vuelve a su casa con esa fuerza y ganas de vivir con nosotros , su familia. ¡Damos gracias  a nuestro Dios por permitirnos que siga con nosotros!

Las caricias ,los besos, los mimos, los abrazos , las sonrisas, la ternura  hacia nuestros abuelos van a ser día a día  nuestros grandes amigos y aliados. Es nuestra manera de decirles que les queremos , que les valoramos y que estamos muy cerca de ellos. 

Conchita C.30 escribió estas palabras  hace ya 20 años y  ahora su familia se las regalamos. Estamos seguros que le gustará volver a leerlas porque es su forma de agradecimiento para expresar cuánto amor tiene a su mayor y gran tesoro que es la vida:

31 de mayo de 1998.

A veces se me cansan los ojos, al ver que la tierra no cambia, que la destrozan incesantes peleas. Una terca sucesión de infortunios no la deja reposar ni un día ni una noche. Si no fuera por las risas que suenan junto al mar en las tardes de otoño y por el amor que, como una cascada de espuma, la baña en primavera, hace tiempo yacería yerma y abandonada.

Junto a las aguas quietas sueño y pienso que vivo. Y cuando abro y luego cierro los ojos, cuando mis pasos van o vuelven, con la mi­rada fija en el enlosado de la calle, estoy esperando que tus manos, con esa suavidad de paloma dorada, se tiendan hacia las mías. Entonces se calma la angustia de ver tus pies arqueados, esos pies que te sostienen aunque caminaras sobre el viento o sobre el agua, corriendo a mi encuentro.

Cuando Tú asomas en mi vida, todos los ríos suenan en mis oídos, las campanas sacuden el cielo y un himno gozoso alienta en el mundo.

Entonces me inclino para besar la tierra, esa tierra que cansa mi vista y agota mi alma en las horas en que no veo más que las gue­rras y los infortunios que incansablemente la atormentan. C98

One Comment

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  1. Qué sensibilidad, disfrutad toda la familia de ellos y compartid todo el tiempo posible.
    Qué buena idea rescatar todos esos sentimientos vividos. Debe estar orgullosisima la abuela Concha de toda su familia. Un abrazo de los que dan mucha fuerza y calor para ella y me alegro mucho de que se encuentre mejor.

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