La magia de la escritura

28 de febrero de 1999.

A veces me gusta escribir a una sombra. A alguien que pasó cerca de mí y me alcanzó con su ternura. Me gusta dirigirme a la fe, a una fe misteriosa, difícil de medir, casi mágica. Me gusta escribir al esfuerzo de comunicación que he ido tejiendo a lo largo de la vida. Cuando escribo encuentro una disculpa para la esperanza o para el desamor. No sé bien si pongo frases encogidas y tambaleantes o frases de gran contenido.

La mayor parte de lo que se escribe pasa por nosotros como pasa la noche, sin saberlo, sin saborear el tiempo, sin advertir el calor o la vida que late en las palabras el aliento de quienes las escribieron. Hay veces en que cometemos una torpeza con nuestros escritos y nos queda en la boca el gusto amargo de haber perdido una oportunidad.

Añoro los años cuando me escondía para escribir. Los poemas escritos en tardes de lluvia. El aroma de la tierra mojada tiene una rara fuerza para hacer que surjan en el alma sensaciones desconocidas. Siempre estaré en deuda con mi imaginación. Quisiera aprovechar este recuerdo para darle las gracias por haber pasado cerca de mí, por alcanzarme con su ternura y por ayudarme a echar fuera la carga que llevaba en el corazón. Sí, me gusta escribir aunque sea a una sombra.C.99

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