“Los molinos del espíritu”

3 de mayo de 1998.

Es el título de una composición musical que ganó un «Óscar» como tema de la película «Los paraguas de Cherburgo». Es una melodía melancólica, rei­terativa, que responde verdaderamente a su título, pues logra hacer girar, dar vueltas, al «espíritu».

De por sí el espíritu tiende a la melancolía, sobre todo cuando vive un trance de amor, vagando por quién sabe qué territorios mientras gira pe­sadamente las aspas de los días que fueron. A espíritus propensos al delirio, a quienes somos «exageradamente sensitivos» nos bastan ciertas notas musicales para poner en marcha los brazos gigantescos de la vida.

Quienes viven la vida devorándola como un fruto apetitoso, quienes atra­viesan sus desfiladeros de peligro y derroche con la sonrisa siempre en los labios, son los que saben vivir, aunque el disfrute vaya siempre adornado con un tinte de fantasía y nostalgia. 

Quien vive así va dejando una estela, como una melodía que enternece el alma, porque aunque en torno gire la tristeza, los  amigos que se fueron, amores in-comprendidos, va dibujando en el aire el garabato de dulces recuerdos. C98

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