Existen palabras mágicas

 

A un arcángel se le representa con alas de oro y con escudo de plata, espada flameante y sandalias rojas.

Al parecer, el hombre carece de todo esto y, sin embargo, todas estas armas del arcángel las llevamos dentro: las alas de oro de la inteligencia, el escudo de plata de la voluntad, una lanza viva que es la palabra, las rojas sandalias del coraje

Estas cualidades las tenemos ahí, dormidas, sin usar. Son dotes magníficas, invencibles, pero anestesiadas, mojadas como paja que humea sin arder.

Espera, el hombre espera siempre. En el más amargado de los seres humanos flamea una bandera de esperanza. No sabe por qué espera, pero espera. Incluso cuando todo parece estar perdido, algo grita en su corazón que tal vez mañana cambie todo. No hay más razón que ese hermoso “tal vez”, no hay más base para confiar que esa palabra mágica: “todavía”.

Todavía estamos vivos, todavía el mundo puede cambiar, todavía Dios nos ama… Con esa palabra tenemos fuerza, para arrastrarnos hasta las puertas del cielo y llegar a ellas con orgullo mendigando la eternidad. C.85

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