Reflexiones de mi Abuela

24 de septiembre de 1995.

Parece que en primavera los pájaros machos cantan con más fuerza para complacer a las hembras e inducirlas a construir el nido con ellos. Después de haberlo conseguido, dejan a la hembra en el nido y los mismos que cantaban con tanta fuerza para atraerlas cesan de interesarse por su pareja.

En nuestra alma y en nuestro cuerpo hay muchas pequeñas ventanas que, cuando están abiertas, dejan pasar las emociones. Si están entornadas, apenas dejan pasar nada. Solamente un golpe de amor las abre de par en par y todas a la vez como cuando se nos cuela en casa una fuerte ráfaga de viento. Mientras no llega ese golpe de amor, el corazón anda desocupado y la mirada vaga como si, fuera, nadie ni nada despertara tu interés, Pero cuando te sientes atrapado por una única persona, se da en ti un cambio radical. De golpe se abren todas tus ventanas. Tu cuerpo trasmite el fuego que arde en tu alma, como si entre alma y cuerpo existiera un juego de reflejos que envuelve todo tu ser en un hálito cálido y dorado.

Entonces sabes ser amable con todos. Cambia tu humor. Te sientes volando, llevado por alas gráciles como la ilusión. Ni te pasa por la cabeza la idea de que esa persona por la que te sientes llevado como en volandas pueda algún día abandonarte y dejarte en el nido, ignorando para siempre tu existencia. C.95