20 de abril de 1986.
Es un poco triste ser hombre en algunas ocasiones…
Repasando los hechos que en estos días han acaecido, he llegado a pensar que no hay primavera. Se han deshojado los almendros con el ruido de los cañonazos. Y la paloma de la paz ha volado herida para refugiarse en los olivos.
Tantos años para roturar el campo y para moler el trigo, para que en nada de tiempo quede todo desdibujado.
Es la guerra, hijo mío… Es la guerra que los hombres hacemos cuando queremos acallar nuestros odios, nuestros amores secos, nuestras insatisfacciones…
Es evidente que nadie, nunca, será capaz de curar todo el mal del mundo. Pero también es evidente, que el amor avanza lenta, implacablemente. Y el recuerdo de haber sido querido por alguien, hará florecer en el alma de los hombres una nueva forma de amor en la madrugada inerte de la vida.C.86
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