07 de marzo de 1993.
Decía un humorista que el Padrenuestro es una oración en la que si se pidiera a Dios pan para más días, se nos acabaría poniendo duro y no habría manera de comerlo… Fuera de bromas, es posible pensar que Dios quiere todo lo contrario. Es decir: Él quiere que nos acostumbremos a vivir en sus manos, abandonados de tal modo, que no soñemos en alcanzar seguridad, virtud, perfección…, sino que le pidamos solo la ración para hoy, seguros de que mañana nos dará la de mañana. Él sabe que si lo tuviéramos todo resuelto para meses, para años, nos acostumbraríamos a pensar que no lo necesitamos. Por lo tanto, hacemos bien en pedirle el pan para hoy.
Hay muchos que viven abrumados en medio de oscuras nubes… ¿Será mi vida corta o larga? ¿Por qué tanto sufrimiento en este mundo? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Cómo será mi aventura sobre la tierra? No nos damos cuenta de que la noche de la vida es densa y llena de tinieblas y daríamos cualquier cosa por ver claro nuestro futuro.
Ante la negativa de Dios a respondernos a tantas preguntas podemos llegar a acobardarnos y atemorizamos ante el futuro. Pensar así es un gran error porque para caminar basta la luz del día de hoy y la confianza en el día de mañana. Lo nuestro es caminar sin dar traspiés, o dándolos, pero siguiendo siempre adelante.
¡Pobre del que por miedo a no tener luz mañana deje de caminar hoy! Ante la incertidumbre del futuro, hay quien se angustia y sufre anticipadamente, pero también hay quien vive con valentía el presente, a pesar de todo. Por tanto, pensemos que cada día Dios nos deja un trocito de pan lleno de amor para que así podamos atravesar la noche que nos separa del día siguiente…C.93
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