27 de octubre de 1991.
Me imagino que hay pocas simas más profundas y oscuras que la de nuestra propia alma. Por eso, la mayoría de nosotros preferimos vivir resbalando por la vida antes que atrevernos a descubrir quiénes somos. Nos llevaríamos un buen chasco si descendiéramos a nuestro interior con una linterna.
De todos los viajes que los hombres deberíamos hacer, el más importante sin duda es el que nos condujera al fondo de nuestro corazón. Un viaje que es a la vez corto y largo, fácil y difícil, cómodo y comprometido…
Quienes bajan al fondo de la tierra, los espeleólogos, saben que no se desciende hasta tan bajas profundidades sin dejarse por el camino trozos de piel de las rodillas en la aventura. Merecería la pena bajar al fondo de nosotros mismos y regresar a la superficie llevando en las manos un buen ramo de tiras de nuestra alma. C.91
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