07 de octubre de 1990.
¿Te parece demasiado dura tu vida? Sí es así, piensa que existen dos maneras de hacer las cosas: por obligación o por amor. Hacer las cosas por obligación resulta cansado y tedioso. Hacer las cosas por amor resulta alegre y ligero. Con amor hasta lo difícil se hace más gozoso. Nuestra mayor fortuna en la vida es dedicarnos a la tarea que amamos o, al menos, llegar a amar nuestro trabajo.
Si el estudiante o el profesor trabajan sobre la materia de su vocación, se sentirán impulsados por la creatividad y se dedicarán con ilusión a su tarea. El mundo marcharía de maravilla si todos pudieran asegurar que su trabajo es también su ocio y su pasión. Hacer las cosas por pura obligación es como arrastrar una insoportable cadena.
Lo mismo sucede en las relaciones personales. El que ama no mide la distancia para llegar a la persona amada. Cuando una relación se enfría, se acrecienta también la distancia porque falta esa gasolina interior que es el amor. Quien dice que tiene dificultad para amar a su esposa y a sus hijos, revela que algo está fallando o se le ha muerto dentro. Si tu vida te parece dura, no te enfades con la vida. Echa más bien una ojeada a tu jardín interior para ver si tal vez no lo tienes muy abandonado.
(C.90)
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