17 de junio de 1990.
En estos días de fin de curso es muy normal que volvamos los ojos atrás para hacer balance de lo ocurrido durante el año. A mí me parece muy bien siempre que esa mirada sea breve y se haga para ver cómo podemos funcionar mejor en adelante. No seamos masoquistas que se complacen en los fracasos sufridos. Lo que cuenta ahora es el presente y el futuro. El pasado es bueno siempre que nos sirva para poner el pie en él y saltar hacía el futuro. El pasado visto como autocompasión no es arrepentimiento, sino masoquismo. Hay que hacer como Lot: salir de lo mal hecho y no volver nunca la vista atrás, no vayamos a convertimos en estatua de sal.
Puede que haya muchos estudiantes convertidos en estatuas de sal, a fuerza de contemplar sólo el pasado. Dentro de pocos días el curso habrá terminado y bien terminado estará. Lo que empezará entonces a contar es el curso que viene y ése es el que ya nos interesa comenzar a llenar creativamente,
Claro que mejor sería que este curso hubiera estado rebosante de buenas notas. Si no fue así, nada impedirá que volvamos a poner en serio loa codos sobre la mesa. Sólo puede estorbarnos nuestra cobardía. Y la manera más cobarde de entrar en otro nuevo curso es entrar pensando que, como el anterior fue mediocre, el próximo tendrá que serlo también.
No volváis la vista otras. O volverla solamente un momento para deciros: el próximo será mejor. No vaya a ser que os estéis preparando para ser en el curso que empieza inútiles estatuas de sal.
(C.90)
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