27 de mayo de 1990.
¿Qué es más difícil, ver o mirar? Para ver bastan los ojos y una buena luz. Mirar es algo infinitamente más difícil. Porque mirar no es quedarse en lo que envuelve a las imágenes, en lo externo de las cosas. Mirar es llegar a la sustancia y verdadero sentido de la realidad.
La tragedia del hombre contemporáneo es que vive ante un aluvión de imágenes que asedian constantemente sus ojos. Puede verlas muy bien sin mirarlas y estar ante las cosas sin enterarse de nada de lo que ellas le dicen. ¿Qué nos dice la imagen de un mendigo en una esquina o, más sencillamente, una tarde lluviosa? Deberíamos convencernos de que cada pequeña imagen que vemos encierra docenas de misterios que nuestra alma tendría que profundizar.
Si un ojo no se acostumbra a estar abierto, se atrofia, termina por ver sin mirar, tragando sin digerir, sin hacer suya la realidad verdadera. Cuando se camina con los ojos abiertos y el alma cerrada, no se ve, no se vive, no nos enteramos de nada.
Aprender a mirar y aprender a escuchar son dos asignaturas fundamentales. En un bachillerato que fuera realmente “humano” deberían ser dos asignaturas obligatorias.
(C.90)
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