¿Ganar una vida o perderla?

28 de mayo de 1989.

Dicen que una vida se llena teniendo un hijo, plantando un árbol y escribiendo un libro. Bueno, pero yo conozco personas que no han hecho ninguna de esas tres cosas y que han vivido una vida irradiante. Como también conozco quienes tuvieron hijos, plantaron árboles, etc. y difícilmente podrían mostrarse realizados en ninguna de las tres cosas. Porque hay libros que tienen muchas más palabras que ideas; hay hijos que de sus padres parecen haber recibido únicamente la carne; y hay árboles que escasamente producen ni sombra ni fruto.

¿Cómo se gana una vida? ¿Cómo se pierde? ¿Acaso se tiene fruto solamente dejando hijos de la carne en este mundo? ¿No sirve también una vida que va dejando en los demás algunos pedacitos de la propia alma?

No quisiera buscar fáciles soluciones al problema. Reconozco que la pregunta “¿de qué está sirviendo mi vida?” deberíamos planteárnosla por obligación todos los seres humanos por lo menos una vez cada seis meses. Así nos daríamos cuenta de que esto de vivir es demasiado hermoso para que pueda escapársenos como arena entre los dedos.

Pienso que es muy poco importante el saber si dentro de un siglo se acordará alguien de nosotros. Seguramente, no. Lo único que importa es que alguna semilla nuestra esté germinando dentro de alguien que habrá venido a ocupar nuestro puesto en el mundo. Entonces es cuando nuestras vidas habrán sido verdaderamente ganadas.

(C.89)

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