07 de junio de 1987.
Hay mucha gente que entiende su vida como una competición a la conquista del éxito antes y por encima de los demás. Se diría que esa gente no aspira a ser feliz, sino a conseguir la felicidad por los medios más expeditivos y veloces.
Si cada uno se fijara en lo que ya posee, serían muchos más los que con razón, podrían sentirse millonarios. Si nos dedicáramos a disfrutar lo que nos ha sido dado, en lugar de luchar rabiosamente por lo que de pronto se nos antoja imprescindible, quizá dejáramos de ser dominados por una absurda ambición.
Propiamente, en la vida no hay caminos buenos y caminos malos, sino caminantes buenos y caminantes menos buenos, y así hay personas que son muy felices haciendo una pequeña excursión a la sierra, mientras otras bostezan dando la vuelta al mundo. Y hay quienes son felices con “dos perras gordas” y quienes nunca se hartan de desear.
La verdadera felicidad está en disfrutar de lo que tenemos, en sacar al máximo punta a nuestra alma y no en pasarse la vida soñando cosas irrealizables…
Porque la gran riqueza y meta de la vida está en el alma y nos basta ella sola para llenarnos de felicidad.
(C.87)
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