Símbolos

03 de julio de 1988.

Las palomas vienen hablando de paz desde aquellos lejanos tiempos en que Noé soltó a una de ellas en medio del diluvio y la paloma regresó con un ramito de olivo en el pico.

Realmente no hay nada que oponer a la paloma como símbolo de la paz. Lo que me disgusta es ver a la pobre paloma de la paz manoseada, utilizada, convertida tantas veces ella misma en arma de combate. Tampoco me gusta esa idea de que la paz es algo que tienen que hacer los otros y que la paz nos vendrá como llovida del cielo el día en que los demás sean como nosotros pensamos.

La verdadera lucha por la paz se hace sin ruido, sin gritos con un trabajo paciente y silencioso. La paz se crea como la abeja fabrica su miel. Muchos defensores de la paz utilizan métodos agresivos, no pacíficos. Arremeten con sus palomas convertidas en pancartas.

¿No sería preferible hablar más de la pequeña paz nuestra de cada día? Hemos de preguntarnos si personalmente somos portadores de nervios o sembradores de calma. Preguntarnos si luchamos por la paz pacientemente sabiendo que la paz tenemos que amasarla entre todos en nuestras almas.

La paz es trabajo, no angustia; esfuerzo, no pelea; sonrisa, no imposición; deber nuestro más que de los demás.

Creer en la paz es descubrir que puede matarse a cañonazos y también a golpes de constante mal humor…

(C.88)

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