12 de enero de 1986.
Lo único que realmente vale de nuestras vidas es lo que llevamos en nuestro interior…
Después de estos días bulliciosos de fiestas y griterío, ha vuelto el sosiego, hemos recuperado la soledad. Hemos vuelto a experimentar una vieja sensación: la de poseernos a nosotros mismos. Poco a poco hemos ido encajando las piezas de nuestro ser para Dios.
Es bueno crear la propia existencia, perfilarla por aquí y por allá, pero internamente, limando, raspando, como si de un escultor se tratara, bajando hasta el fondo oceánico de nuestra alma, para encontrarnos allí. De esta forma podremos ir ordenando lo que nos dispersa el tiempo y la actividad externa, lo que apaga el ruido exterior. Y re-descubriremos que lo único que vale es lo de dentro y que los árboles que no florecen son los que interiormente están ya secos.
(C.86)
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