03 de noviembre de 1985.
Son incontables los seres humanos que nacieron para una cosa y se ven empujados a hacer otra.
Millones son los que han visto cerrada la puerta de sus sueños.
Algunos que soñaron ser médicos, tienen que ocupar un puesto administrativo. Pensaron ser pianistas y están de empleados de banco.
Aspiraron a la gloria y al final se sienten dichosos con poder ganar en cualquier trabajo su pan…
Son pocos los que tienen la innegable fortuna de poder entregarse siempre en línea recta a lo que soñaron. Los más caminan por vericuetos, dando dos pasos adelante y uno atrás.
¿Cómo reaccionamos ante los obstáculos? Generalmente nos perdemos en la angustia y aporreamos con prisa la puerta que se nos ha cerrado cayendo en esas depresiones de las que tanto se habla hoy día.
Hay que distinguir entre los ideales y las formas de realizarlos. Los primeros son intocables; las formas pueden cambiar.
Si alguien pone obstáculos a tu ideal, pregúntate si en realidad se opone a él o a la forma de cómo lo quieres lograr. No hagas problema en cambiar la forma de buscarlo. Esto es más fácil decirlo que hacerlo; pero la vida es más ancha de lo que pensamos.
Debes tener siempre encendidas tres o cuatro ilusiones. Si una se apaga, aún te quedarán otras con las que seguir viviendo.
(C.85)
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