15 de enero de 1984.
La luz es una imagen frecuente en la Sagrada Escritura. Los evangelios hablan de candiles, de luminarias, tanto en lenguaje real como figurado.
Resulta fácil imaginar a Jesús como experto en el arte de iluminar la casa, el patio… Todo induce a creer que no soportaba la idea de la gente permaneciendo en la oscuridad. Sentía especial predilección por la luz.
Un ciego mueve a compasión a todos, pero especialmente a quien vive de su trabajo manual, al obrero, al artesano.
Cuanto más fina es la mano del artista, mayor compasión siente hacia el ciego. ¿Quién no recuerda la gran compasión que sentía Jesús por los ciegos, solo comparable a la confianza que éstos mostraban hacia Jesús? ¿A cuántos de ellos curó?
Juan conocía a Jesús y le vio como la luz misma que alumbra a todas las gentes para anunciarles la salvación.
(C.84)
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